"Lo que limita quién soy es el límite del cuerpo,
pero el límite del cuerpo nunca me pertenece plenamente".
Judith Butler
Romper los marcos mentales
JOSEP RAMONEDA 08/05/2010
En
la guerra, ¿qué pasa con el derecho a la vida? La filósofa
estadounidense Judith Butler, con destacados estudios sobre las
políticas de género, continúa su investigación sobre la precariedad de
la existencia con un nuevo libro que sitúa ese problema en los
escenarios bélicos. En él explica cómo los Estados justifican la
violencia mediatizando la información
Meursault,
el protagonista de El extranjero de Albert Camus, fue condenado por no
haber sido capaz de llorar en el entierro de su madre. Judith Butler,
con su concepto de vidas precarias, indaga en aquellas vidas invisibles,
"que no son susceptibles de ser lloradas". Nos movemos en unos marcos
mentales que determinan nuestra relación con la vida de los demás y que
limitan las posibilidades de reconocimiento. Romper estos marcos
significa repensar la precariedad, la vulnerabilidad, la dañabilidad, la
interdependencia. El problema no es meramente "cómo incluir más
personas dentro de las normas ya existentes, sino considerar cómo las
normas ya existentes asignan reconocimiento de modo diferencial". En
este análisis descubriremos cómo las distintas formas de expresión
cultural que emanan del poder refuerzan los marcos referenciales,
apuntalan los mecanismos de exclusión. Incluso a menudo se acude al
discurso de los derechos humanos, a las cuestiones de género y a otros
elementos del discurso emancipador para legitimar la negación del
reconocimiento a otros. Judith Butler analiza estos mecanismos tomando
como ejemplo la tortura y la fotografía. Y plantea la urgencia de
reflexionar y cambiar la perspectiva sobre tres cuestiones centrales: el
concepto de vida, la violencia de Estado y el discurso del miedo. Al
tiempo que defiende como actitud moral, si se me permite la expresión,
la conciencia de vulnerabilidad, la capacidad de compartir precariedad,
la asunción de que cualquier forma de supervivencia pasa por el grupo,
por la relación con los demás. "Lo que limita quién soy es el límite del
cuerpo, pero el límite del cuerpo nunca me pertenece plenamente".
El
concepto de vida. Judith Butler parte de dos postulados: existe un
vasto ámbito de vida no sujeto a la regulación y a la decisión humanas;
dentro del vasto ámbito de la vida orgánica, la degeneración y la
destrucción forman parte del proceso mismo de la vida. "Excluir la
muerte a favor de la vida constituye la muerte de la vida". De modo que
no se puede afirmar por adelantado un derecho a la vida. Y la cuestión
no es si determinado ser es vivo o no, ni si tiene o no estatus de
persona, "sino si las condiciones sociales, su persistencia y
prosperidad son o no posibles". ¿En qué condiciones la vida precaria
tiene derecho a la protección? El derecho a la vida implica "la
obligación positiva de suministrar unos apoyos básicos que intenten
minimizar la precariedad de manera igualitaria": la comida, el trabajo,
la atención sanitaria, la educación, el derecho a la movilidad y a la
expresión, la protección contra los daños y contra la opresión. De modo
que nuestras obligaciones, lo que está de nuestra mano, son las
condiciones que hacen posible la vida, no la vida en sí.
Judith Butler distingue entre precariedad y precaridad. Las vidas son por definición precarias, la
precaridad "designa esa condición políticamente inducida en la que
ciertas poblaciones adolecen de falta de redes de apoyo sociales y
económicas y están diferencialmente más expuestas a los daños, la
violencia y la muerte". Centrar de nuevo la política contemporánea
en los efectos ilegítimos y arbitrarios de la violencia estatal,
incluidos los medios coercitivos para aplicar y desafiar la legalidad,
podría reorientar perfectamente a la izquierda más allá de las
antinomias liberales en las que naufraga actualmente. Nos ayudaría a
comprender ¿por qué podemos sentir horror frente a ciertas pérdidas e
indiferencia, o incluso superioridad moral, frente a otras? Algunos humanos dan por supuesta su humanidad, mientras que otros luchan por acceder a ella.
El
miedo se da por añadidura: es el resultado de esta política de
precarización del otro. La representación de la tortura, la fotografía,
es ambivalente: es una forma de poner en evidencia los excesos de la
violencia de Estado, pero al mismo tiempo es una manera de legitimarse
que tiene el propio torturador y es una forma de sembrar el miedo y las
dudas: ¿de qué manera las normas que rigen qué vidas son consideradas
humanas entran en los marcos mediante los cuales se desarrolla el
discurso y la representación visual, y cómo estas delimitan u orquestan a
su vez nuestra capacidad de respuesta ética al sufrimiento?
Pero
el núcleo del programa teórico de Judith Butler está en esta idea:
"Juzgamos un mundo que nos negamos a conocer, y nuestro juicio se
convierte en un medio para negarnos a conocer este mundo". Este nodo
sólo puede romperse por la curiosidad y por el conocimiento, pero esto
significa descomponer los marcos que nos atrapan. Y para ello el
individuo necesita nuevos espacios de ubicación. "Toda forma de
individualidad es una determinación social". Nuestro primer interés por
el otro es porque es condición de nuestra supervivencia. "La
singularización constituye un rasgo esencial de la socialidad". Y es
necesario asumir el carácter vulnerable de nuestras vidas como vía para
la empatía hacia las vidas precarias. Todos estamos en la precariedad. -
Publicado en el El País - Suplemneto Babelia