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Este blog sólo tiene finalidad de reunir materiales para apoyo al estudio






CRIMEN 08

EXPOSICIÓN: CRIMEN 08.
GALERÍA MR.PINK
Valencia, octubre 2008.
EL ARTIFICIO ES UN CRIMEN
Introducción
Catálogo de la exposición “Crimen 08”.

¿Cómo es posible que nos adentremos voluntariamente en una galería de crímenes? Sí, nosotros, usted también ¿acaso no está ya en la sala o leyendo estas páginas?
Esa intención de ver, de saber qué ha pasado, de dejarnos contar una historia… es la parte que faltaba, la que completa este gabinete de artificios. Recién ahora la convergencia de nuestra mirada viva con el relato abierto en cada trabajo expuesto pone en marcha el crimen. Esta es la propuesta que plantea Vicente Talens como curador de la exposición Crimen 08. La expresión artística se nos ofrece como el ensayo para cometer el crimen perfecto: esa acción voluntaria de trastocar la realidad.

En esta ocasión el artificio -arte/oficio de profesionales con experiencias diversas- no es pecado de vanidad, es la coartada que nos permite experimentar con un concepto crudo e inventarnos nuevas lecturas, nuevas realidades con las vivencias de nuestra percepción.
Como dice Didi-Huberman: vivimos en la época de la imaginación lastimada. Somos incitados a no creer nada de lo que vemos y a no querer mirar más de lo que tenemos delante de nuestros ojos. Pero esta inercia se puede romper con la ambigüedad de la expresión creativa. Voyeurs, testigos o cómplices, según nos dejemos atrapar por cada crimen, estamos siendo invitados a completar la acción, a clausurar o multiplicar los sentidos posibles de cada historia. El artificio se aplica en su misión de fascinar y, una vez aquí, estamos dentro del juego.

Hay una inquietud compartida en todas las imágenes presentadas -fijas y en movimiento- en la instalación de Panxo Barrera con argumento de Ana Añón, en la fotografía de Luís Vidal con texto de Enrique García Aranda, y en la del propio García Aranda algo nos pone en alerta, es quizás ese gesto voluntario y dominante que nos interpela. Nos sentimos descubiertos. Hay imágenes que nos miran, nos devuelven la mirada: nos punzan, dice Malosetti Costa. Pero no es únicamente una coincidencia vítrea: se necesita más de un ojo para que nazca una mirada según nos recuerda Derrida; es preciso el intercambio, hacen falta al menos dos presencias y un código compartido. Y así nos descubrimos en el mismo código que sostiene la ficción criminal. Ya estamos en la escena del crimen y sólo podremos liberarnos de la incómoda sospecha sumando a la sensación el propio relato.

Desde otro punto de vista el video de Javier M. Tarín Y Nacho Cagiga con relato de García Aranda, las fotografías de Ana Iturralde con texto de Pilar Paredes, junto con el trabajo de Tono Balaguer y Luís E. Pérez y el de Eugenia García, comparten esta posibilidad de activación que dan las imágenes abiertas. Es nuestra mirada -sin interlocutor esta vez- la que ha hecho un corte en el equilibrio de la escena. Incierto equilibrio, que una vez roto, nos demanda improvisar nuevos contextos y nuevas tramas para ser recobrado.

La obra de José Maria Alcázar acompañada por el relato de Pilar Paredes -imagen que puede ser vista como un nexo entre los dos núcleos conceptuales de la exposición- nos introduce en otro discurso. Sus personajes nos observan con recelo, para luego concentrarse en su mundo. Y junto a este se abren otros mundos: irónicos, de intensidad teatral, escenarios a los que sentimos la tentación de asomarnos; como en el video de Adriana Chávez sobre una proposición de Enrique García Aranda, la foto-instalación de Neus Espluges y la serie de Nacha Soler con textos de Eugenia García. Propuestas que abren otras secuencias temporales, guiños a recuerdos en común y referencias artísticas y mediáticas con las que entramos en diálogo. El artificio se muestra con otra cara y nos habla, desde estas historias, con el lenguaje de la pura ficción, el humor y la ironía.

Luego de tantos crímenes por los que asoman, a través de imágenes y relatos, la fragilidad, el artificio, la ambigüedad, el recuerdo o la tensión, queda abierto un camino que va del impacto a la reflexión, para convertirnos -apelando a la mirada- en testigos y cómplices de un juego sugestivo e inquietante.

Maria Eugenia García Sottile

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